Con equipaje ligero e incierto llegó la hora de saber el destino, un tablón tempranero y luminoso destapó parte de la sigilosa sorpresa y con la emoción máxima nos dirigimos dónde todo empezó.
Acababa de despertar la ciudad y ya estábamos allí, anduvimos por sus calles pintorescas, y fue la Gran Plaza del Santo quién descubrió el secreto. Ohhhhhh aquella noche las aguas se revelarían para oír la voz y la música de quien lleva el nombre de aguijón pero finamente en inglés. Espectacular y grandiosa la mezcla del entorno, la fachada de la basílica de testigo, y los canales transmisores de la más filarmónica melodía.
El campanil a las 14:oo sonó estando en el mismo y el paisaje del más inmenso de los flotantes haciendo pequeña la postal.
Estar dónde no piensas que estás como si de un sueño se tratase, sin dejar ni un segundo por ocupar y deleitando los sentidos con tan exquisito plato eran los ingredientes perfectos para celebrarlo.
Paseo por el corazón de la cittá con Sole Mío incluido y una traviata que ya embriaga, hizo que Verdi removiese los pilares antes de finalizar el gran Viaggio.
Gracias mil al tour-operador por la perfección demostrada y ánimo a cuántos esperan que alguna vez sean sorprendidos de una forma tan especial.
p.d. Para más detalles acudan dónde corresponde.
