Y conté una historia que decía: Nene el domingo iremos al Hospital, te pondremos una vez allí un pijama chuli que tienen para los niños campeones, te darán un paseito como si fuera una carrera en una camilla, que es como un coche pero que va por los pasillos cogiendo curvas y todo, luego en un sala con varias personas muy simpáticas pero dónde mami no estará porque es para niños mayores, dormirás un ratito y cuando te despiertes, tu nariz y tu garganta estarán perfectas, podrás respirar siempre bien y luego viene lo mejor. Puedes comer muchos helados, natillas, batidos y tendrás muchoooooooooooos regalitos.Todo transcurrió según lo previsto y cuando el celador lo cogió en brazos para entrar en el quirófano, a pesar de que mi corazón iba a salirse, me tranquilizaba que él con el don de gentes que Dios le dió, mantenía una conversación tan profunda con el conductor de su coche especial que ni siquiera se percató que su mami ya no estaba a partir de aquella línea roja.
Una hora interminable, pero en poco tiempo lo más lindo volvía estar con ganas de conversación, con ganas de sonreir a sus padres y con ganas de ver sus regalitos. Así que prueba superada. Vaya Vaya.
