Este verano estuve visitando el sur del país vecino según usted mira al Norte, eso es, vamos bien. Y viajando por el corazón de tierras francesas, dónde los peajes no llegan y el concepto de carretera es otro, encontré el lugar perfecto para mi retiro espiritual.
Con unos pequeños ahorros me compré el viñedo soñado, un pequeño caserío que ahí puede usted ver, y dónde el resto del mundo parece que no existe.
El frescor de su verde, la mezcla más estudiada de esencias, y las uvas más exquisitas son ahora el mundo al que me dedico.
Gracias por su preocupación, espero haber resuelto sus dudas que según me dicen le quitaban el sueño y de mi primera cosecha le enviaré una botellita para que brinde a mi salud.
p.d. ole mi viñedo.