Tras las cortinas, Mari Te, de cintura para arriba ni un milímetro movida la indumentaria, incluido chaleco sobre hombros como solo lo innato sabe llevarse. De cintura para abajo, solo unos ejecutivos y unos deportitos rojos que en su momento formaban parte de un conjunto perfectamente estudiado, pero que llegada la dilatación, podía parecer que esperaban el momento de desaparecer.
Así nuestra amiga Mari Te Resolvía entre el nacimiento de su segundo, el conocimiento de un doctor rociero que debía conocer por si acaso, y aquella matrona simpática que mezclaba con perfecta experiencia su faena y las relaciones sociales en el entorno.
A todo esto, en el devenir de salas y pasillos y siendo la función bien cumplida del parturiento consorte, nunca se olvidaron las zapatillas de casa.
p.d. El nuevo amigo Doctor, si no asistió al nacimiento, siempre pudo cantar la Salve aliviando los dolores del gran momento.