lunes, 19 de diciembre de 2011

UN VUELO A LA VIDA.


Eran vísperas de Navidad pero en su ajetreada agenda los días no habían dejado de ser siete laborales de 24 horas, cogió su vuelo como otro cualquiera de tantos. Transcurrida una hora en el aire, los viajeros se percataron de que algo no iba bien y tras varios intentos de solucionar el problema la voz del piloto dijo: Recen y Que Dios nos ayude.

Fue entonces cuando Vicent cerró su portátil, cerró sus ojos y pensó:

A cuanta gente no había dicho que quería desde hacía tiempo, a cuántos no había dedicado el tiempo que requerían, cuantos momentos aplazados sine die, y deseó poder llamarlos, abrazarlos, besarlos, compartir cada segundo, no dejar nada para otro día que nunca llegaría, no dejar guardado su mejor perfume, ni la camisa de las ocasiones. Pensó en cuantos enfados innecesarios, e irritaciones inútiles y decidió en aquellos últimos segundos de su vida, sonreír:

Si no he vivido con la alegría que debía, si pienso morir sonriendo a la vida.

Vicent bajó de aquel avión como el resto de pasajeros, y volvió a casa sabiendo que aquel día era 24 de diciembre y había vuelto a nacer. Nunca olvidó aquella experiencia que marcó el resto de sus días.


p.d. A aquellos/as que siempre aplazan los momentos.